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Francis Zafrilla

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Información sobre Francis Zafrilla

Todos hemos perseguido alguna vez en la vida ser capaces de materializar y conseguir sueños y realidades imposibles. La Magia no es capaz de hacer inmortal el momento en que parece alcanzamos nuestro objetivo irreal, pero sí puede hacernos volar por unos instantes y creer que somos capaces de hacer nuestros deseos realidad.



Y así es la Magia, intangible porque no es material. Sin cuerpo, sin espacio, sin peso… simplemente flota alrededor nuestro y, si creemos en ella, podremos notar cómo roza nuestra cara y nos recorre con un escalofrío la espalda.



No importa si el juego es grandioso o minúsculo, importa su Magia y cómo esta se comporta: cómo se relaciona con nosotros, cómo nos engaña, nos miente, para darnos luego la razón y sorprendernos, desconcertarnos y voler a mentirnos para, más tarde, decir que sí, que todo era verdad.



Mi Magia no es la mejor ni pretendo que lo sea, pero sí persigo encender dentro de ti la curiosidad por saber más, por ver más, por querer más. Déjame hacerte sentir que, para que la Magia corra por mis venas, también debe correr por las tuyas.



Y no voy a engañarte. Yo soy real y, con eso, basta.


Nací a principios de los 70 en Albacete, hijo de un español emprendedor y una mexicana aventurera, y me dicen que desde pequeño apuntaba maneras de artista. Mi abuelo vivía en California y siempre que viajaba a España me traía regalos que, por aquel entonces, parecían llegados de otro mundo.

Uno de ellos fue la baraja Bycicle de póker que todavía conservo. Sin saber qué era el póker ni prácticamente el mundo de la Magia, jugué muchísimas horas con aquellas cartas. Desconocía entonces que, con el tiempo, se convertirían en inseparables amigas.

He crecido con la Magia de Tamariz, Ascanio, Dai Vernon, René Lavand, Pepe Carrol. Leía lo poco al respecto que caía en mis manos y aunque todavía no eran tiempos de DVD´s ni videos, no recuerdo haberme perdido una sola actuación de Magia en televisión.

Poco tardaron en llegar los primeros juegos con cartas y, después, las bolas de esponja, los dados, las monedas… La Magia aumentaba y ocupaba un lugar más intenso en mi vida.

Creo que fue al descubrir a Copperfield, a quien tuve ocasión de conocer personalmente en Madrid durante una de sus giras, cuando mi ilusión se forja en futura realidad: las grandes ilusiones, rutinas más largas, mentalismo… Todo comenzaba a conectar dentro de un mecanismo de precisión matemáticamente mágico, preparado para funcionar sólo cuando estuviese totalmente a punto.

Y ahora ha llegado el momento. Momento para lo inexplicable, las casualidades, las risas y sonrisas. El momento del entusiasmo, la precisión, de acariciar el alma. Ha llegado el momento de la Magia.

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